El Niño es un fenómeno meteorológico que se produce cuando las temperaturas de la superficie del océano en el Pacífico central y oriental se elevan por encima de lo normal. Esto altera los patrones de viento y de lluvia en todo el mundo, causando efectos diversos y a veces extremos en el clima.
Uno de los efectos de El Niño es que reduce la actividad de las tormentas tropicales en el Atlántico, ya que aumenta la cizalladura vertical del viento, que dificulta la formación y el desarrollo de los ciclones1. Por el contrario, en el Pacífico se favorece la formación de más tormentas tropicales, que pueden ser más intensas y duraderas2.
Esto significa que durante un año de El Niño, los países del Caribe y del Golfo de México pueden tener menos riesgo de sufrir el impacto directo de un huracán, pero también pueden experimentar sequías, incendios forestales y escasez de agua3. Por otro lado, los países del Pacífico pueden enfrentarse a más lluvias, inundaciones, deslizamientos de tierra y daños a la infraestructura y a la agricultura4.
El Niño no ocurre todos los años, sino que tiene una periodicidad irregular que va desde los dos hasta los siete años. El último episodio de El Niño se registró entre 2022 y 2023, y fue considerado como uno de los más fuertes de la historia, superando incluso al ocurrido en 1997-19985.
Los científicos han pronosticado que El Niño volverá a aparecer en 2023, aunque aún no se sabe con qué intensidad ni con qué duración. Lo que sí se sabe es que El Niño tendrá un efecto adicional sobre el calentamiento global causado por las emisiones de gases de efecto invernadero, lo que podría hacer que el mundo supere por primera vez los 1.5 grados centígrados de aumento de temperatura respecto a los niveles preindustriales1.
Ante este escenario, es importante que los países se preparen para afrontar los posibles impactos de El Niño y las tormentas tropicales, tanto en el corto como en el largo plazo. Esto implica mejorar los sistemas de alerta temprana, fortalecer la infraestructura y la capacidad de respuesta, promover la adaptación y la resiliencia de las comunidades vulnerables y reducir las emisiones de gases de efecto invernadero para mitigar el cambio climático.
